EMERGENCIA HUMANITARIA Y REINVENCIÓN DE LA ONU
26.07.2014 10:42
La conmoción humana por la situación en la franja de Gaza se incrementa con la
continuación de los bombardeos y víctimas fatales. Desde todas las comunidades de
buena voluntad del mundo, de diversas fuentes espirituales, sigue el clamor por detener
la violencia. La Organización de Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad, que desde
su creación al fin de la II Guerra Mundial y con la Declaración Universal de los Derechos
Humanos tiene en su objetivo evitar que nunca más suceda otra tragedia bélica, parece no
lograr avanzar en la recuperación de la dignidad humana.
El secretario general de la ONU, en Tel Aviv, insta al movimiento palestino Hamas a cesar
los disparos de cohetes contra Israel y plantea a Israel abordar el reconocimiento mutuo, la
ocupación, la desesperanza y la negación de la dignidad de los palestinos para que la gente
no tenga la necesidad de recurrir a la violencia. (AFP. Correo del Orinoco 23.07.2014).
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU, con voto en contra de USA, condena
(23.07.2014) la ofensiva a Gaza y aprueba una investigación de crímenes de guerra.
Sin embargo, las palabras, en medio de la tragedia, no parecen tener una expresión efectiva
acorde con la emergencia. Cuestión ética y práctica que debería ser abordada por un consejo
de seguridad que no sea sólo la expresión de grandes poderes bélicos, sino garantes de la
seguridad humana, de la vida en el planeta.
Ya desde 2010, con la presidencia de la Asamblea General de la ONU del nicaragüense P.
Miguel D’Escoto y con el apoyo del teólogo Leonardo Boff se genera un amplio movimiento
para reformular la ONU, en función de la paz. Planteaban así que se observa a la ONU como
un organismo debilitado e inefectivo. Sin embargo, consideran que no se trata de desecharla,
pues es el organismo de nosotros los pueblos del mundo. Señalan:
“Todo eso podemos y debemos cambiarlo si queremos que Naciones Unidas esté al servicio
de la Paz y de la Vida, y que en ella se respete el principio de la igualdad soberana de todos
los Estados Miembros; sin privilegios de ninguna clase para ninguno; donde decisiones
que afectan a todos sean tomadas por todos y no sólo por el pequeño grupo que detenta
el privilegio injusto de poner veto; una Organización en la cual todos sean igualmente
obligados a abstenerse de cometer crímenes contra la dignidad de la Madre Tierra y de la
Humanidad o, de lo contrario, atenerse a las consecuencias, independientemente de que
sean o no sean parte de los tratados o protocolos pertinentes. El no ser parte de un tratado
no equivale a tener una licencia para cometer el tipo de crímenes que el tratado pretende
evitar”. (Miguel D’Escoto y Leonardo Boff. La reinvención de las naciones unidas, una
organización indispensable. Koinonía. 22.02.2010)
Hoy, con mayor conciencia humana y ecológica que en tiempos de la creación de la ONU, las
comunidades de buena voluntad, junto a gobiernos responsables democráticos del mundo y
aportes como la del Papa Francisco contra la cultura de la indiferencia, apoyan esta iniciativa
para superar la cultura del antropocentrismo, codicia y egoísmo dominante, y avanzar en una
cultura de la justicia, paz e integridad de la creación.