EL LEGADO ESPIRITUAL Y ÉTICO DEL MEDICO JACINTO CONVIT

17.05.2014 12:14
 
En una sociedad políticamente polarizada y agredida por tendencias destructivas a su intento 
 
de transformación democrática y en medio de un diálogo con apoyo de UNASUR y del Papa 
 
Francisco, un clamor unánime de dolor y aplauso sintió toda la población venezolana frente 
 
al testimonio de vida del médico Jacinto Convit, quien a sus 100 años partió el 12.05.2014 a 
 
encontrarse con su colega, el médico de los pobres, José Gregorio Hernández. 
 
El médico Convit, nacido en Caracas un 11.09.1913 y graduado en la Universidad Central 
 
de Venezuela en 1938, asume su profesión con una misión declarada: Hay que estudiar e 
 
investigar mucho y hay que pensar bastante. Debemos evitar que la medicina se convierta 
 
sólo en un campo de dinero y no olvidar que es también una profesión humanista. (Oswaldo 
 
Carmona. 11.07.2007. biografiaconvit.blogspot.com).
 
Católico, casado y con cuatro hijos, con espiritualidad científica alejada del mercantilismo 
 
en la salud, en el estilo de su colega J. G. Hernández, asume su vocación con sentido de 
 
servicio: Somos médicos para cumplir una misión no para ganar dinero con el dolor ajeno.
 
Convit, contribuye a la fundación en 1942 de la Sociedad Venezolana de Dermatología y 
 
Venereología. Luego estudia en la Universidad de Columbia y en la de Western Reserve de 
 
Estados Unidos, para, en 1958, en apoyo a la salud pública, asumir la jefatura del Servicio 
 
de Dermatología del Hospital Vargas de Caracas. Como docente, colabora con la Cátedra de 
 
Medicina Tropical en la UCV enseñando a los estudiantes de Medicina los aspectos clínicos 
 
de la lepra en la Leprosería de Cabo Blanco, Estado Vargas. En 1984 contribuye a fundar el 
 
Instituto de Bio-Medicina, considerado el primer centro del país en producción científica en 
 
el área bio-médica. Convit es reconocido mundialmente por el descubrimiento de la vacuna 
 
contra la lepra. Su investigación es considerada por él parte de su misión trascendente: La 
 
muerte es algo que uno tiene que aceptar. Nadie se puede salvar de morir… Ahora lo que hay 
 
que hacer es aprovechar el tiempo lo máximo posible. Tratar de favorecer a la gente lo más 
 
que se pueda. Por eso pase de mi trabajo en lepra y leishmaniasis al cáncer 
 
Frente a los conflictos plantea: Cada vez que nos lancen una piedra debemos devolverles una 
 
rosa. Porque el amor es el único antídoto del odio. Creo en la juventud, son los que deben 
 
cargar un peso importante, hacer un esfuerzo enorme. Nosotros haremos con el tiempo que 
 
nos queda, sólo lo que podamos. Pero ellos tienen que hacer esa carrera de relevo. 
 
Con el testimonio de vida de Convit, las comunidades de buena voluntad, pueden reforzar la 
 
esperanza en la vida en abundancia y la construcción solidaria hacia otro mundo posible.